Luego Jesús les dijo a sus discípulos:
«Si ustedes quieren ser mis discípulos, tienen que olvidarse de hacer su propia voluntad. Tienen que estar dispuestos a cargar su cruz y a hacer lo que yo les diga.» Mat 16:24 TLA
«Si ustedes quieren ser mis discípulos, tienen que olvidarse de hacer su propia voluntad. Tienen que estar dispuestos a cargar su cruz y a hacer lo que yo les diga.» Mat 16:24 TLA
Antes que pronunciara estas palabras, Jesús, tuvo que reprender a Satanás que habló a través de Pedro (Mateo 16:23). ¿Como pudo decir esto el mismo que antes había reconocido a Jesús a través del Espíritu Santo (Mateo 16:16, 17)?
Es Jesús mismo quien da la clave:
«... Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.» Mat 16:23b
Esta contradicción que encontramos en Pedro quedó expuesta para que recordemos porque caemos nosotros, y porque solemos vivir en una casi constante ambigüedad.
Simplemente porque quitamos nuestros ojos del Señor y los ponemos en nuestras propias vidas. Como suelo decir de mi misma, dejo de mirar a Cristo para mirar mi ombligo.
Es ahí cuando nos lanzamos a una supuesta vida de libertad, y en realidad comenzamos a vivir en la esclavitud del pecado.
Dejamos de ser sus discípulos y nos negamos a cargar su cruz, pues estamos haciendo nuestra voluntad no la suya.
Solo "puestos los ojos en Jesús" (Heb 12:11) podremos proseguir a la meta, despojémonos de todo aquello que no nos deja correr con libertad. Y continuemos la carrera, siendo fieles hasta la muerte para obtener al final "la corona de la vida" (Ap. 2:10)
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