¡POR FAVOR, NO TE DES POR VENCIDO CONMIGO!

¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos!
Entonces no tendré vergüenza cuando compare mi vida con tus mandatos.
A medida que aprendo tus justas ordenanzas, te daré las gracias viviendo como debo hacerlo.
Obedeceré tus decretos; ¡por favor, no te des por vencido conmigo!
Sal 119: 5 al 8
Todos anhelamos que nuestras acciones sean un verdadero reflejo de la voluntad de Dios, de su palabra. Sin embargo luchamos constantemente con nuestros deseos que quieren convertirse en nuestras acciones,  es decir, luchamos con hacer nuestra voluntad y no su voluntad.
Dios todo amor y todo paciencia, continua su trabajo día tras día, sin darse por vencido. ¿Que sería de nosotros si nuestro amado Padre se diera por vencido! 
Gracias Señor por no darte jamás por vencido.
Gracias por renovar tu misericordia todos los días en nuestras vidas.
GRACIAS POR TU INMUTABLE AMOR QUE PERMANECE POR LOS SIGLOS  DE LOS SIGLOS, AMÉN Y AMÉN!

Comentarios